Son de tez blanca y en sus modales se nota que se trata de personas como nosotros. Podrían ser mi madre o mis sobrinos”. Con estas palabras responde José Enrique Rodríguez González a la pregunta de qué es lo que más le ha llamado la atención a su experiencia internacional. Este bombero, nacido en La Algaba, que forma parte del Cuerpo del Ayuntamiento de Sevilla, no se lo pensó dos veces para apuntarse a la misión internacional que planeaban sus compañeros: ayudar a los sirios que arriesgan sus vidas y las de sus familias para llegar hasta la isla de Aso y pasar a los campos de refugiados europeos.
Llegó a su destino el 2 de enero, y en 15 días ha salvado más vidas de las que rescatará en los años que le quedan de etapa profesional de bombero. Nada más llegar, cuando aún ni se había enfundado el neopreno, se acercó un bote con niños pequeños y en pocos minutos tenía en sus brazos a un bebé de un mes y a su hermano, de un añito. Los llevó a la orilla, los lió en mantas, les dio calor y pensó: “Dios mío, esto está pasando en pleno siglo XXI?”. Y esta ha sido la realidad que le ha acompañado durante las más de dos semanas que han marcado un antes y un después en su vida. “Ver llegar a tantas familias que se lanzan a la aventura y pagan un dineral por venir hasta nuestro mundo es impactante”, explica.
Cuando aún no ha pasado un mes desde que volviera, reconoce que las cosas nunca volverán a ser como antes para él, porque ésta ha sido de esas experiencias vitales que te remueven todos tus planteamientos y que te demuestran que la vida hay que tomársela de otra manera. “Los sirios que consiguen salir de su país son gente normal, con sus trabajos, su formación, algunos incluso reconocidos social y profesionalmente... no es el concepto que tenemos de los inmigrantes que se aventuran a optar a un futuro mejor en pateras, algo que también es muy respetable. Pero la situación de los sirios te impresiona más porque te sientes reflejado, podríamos ser cualquiera de nosotros”, declara.
La experiencia ha sido muy positiva en lo que respecta a la ayuda a los demás, pero la solidaridad le ha costado muy cara a José Enrique Rodríguez. Tanto que pasó 68 horas en prisión, pues el servicio de guardacostas griego lo acusó, a él y a sus compañeros, de intento de tráfico de personas. La mediación del cónsul, de diputados europeos y diferentes representantes, así como la presión mediática, ha conseguido paliar el problema un poco, pero en la actualidad se encuentran en libertad sin cargos y a la espera de saber si se celebrará juicio o no. Han tenido que depositar una garantía de 5.000 euros cada uno de los tres apresados, y la comunidad internacional aún no entiende cómo se puede ir contra personas que están arriesgando su vida para salvar la de los demás. El episodio ha tenido también graves consecuencias para la ONG Sevillana ProemAid porque los ha dejado sin fondos económicos para continuar enviando voluntarios a Grecia y está en riesgo la continuidad de la labor solidaria que están prestando a los refugiados sirios.
Por eso, a pesar de esta impactante experiencia que aún está a la espera de su resolución, Quique quiere seguir ayudando y concienciar a sus vecinos y al mundo en la importancia de la solidaridad y de ayudar al pueblo sirio. Y es que regresar al confort lo ha vuelto más humano y le ha evidenciado aún más, si cabe, el hecho de que todos tenemos que aportar nuestro granito de arena para mejorar el mundo en que vivimos y a actuar de otra manera. “Te das cuenta de que esto no son problemas, aquello sí es un problema de verdad”, explica con una sonrisa y algo de nostalgia, que es lo que lo seguirá moviendo a luchar por un pueblo y unas gentes que, a buen seguro, le estarán muy agradecidos.
