Existe una sensación característica cuando llegamos a un lugar acogedor y llamativo, con colores y sabores exquisitos, pero -sobre todo-, con el don único de empujarnos hacia un viaje idílico. Nos hemos aficionado a homenajear a nuestro paladar, regalándole momentos repletos de texturas nuevas y diferentes. La experiencia gastronómica ya es para muchos un modus vivendi; una manera de desconectar de la realidad diaria; o de encantarnos con una actividad que, en su esencia, no deja de ser vital para todo ser humano: comer.
Más allá de comer, en La Parisienne la prioridad es disfrutar. Este espacio, situado en la localidad aljarafeña de Bormujos, es la esencia viva de países como Francia o Bélgica. En cada pequeño rincón de la Boulangerie- Pâtisserie encontramos detalles que nos recuerdan a la calidez y olor dulce de los países vecinos. Objetos decorativos, motivos característicos y postres elaborados de la manera más artesanal, con productos autóctonos.
Anabel Quintero, junto a su pareja, Gabriel Rivas, decide cambiar su futuro, y el rumbo de sus vidas, haciendo realidad este proyecto apasionante, minucioso e ilusionante. Un pequeño, gran rincón de fantasía, que nos lleva a ese exclusivo viaje gastronómico.
-¿Por qué decidís, tú y tu pareja, montar este negocio? ¿Mitad española, mitad francesa?
¡No! Yo soy española. Pero desde muy pequeña, tres años, he estudiado en la escuela francesa. A partir de los dieciocho años, empiezo a conocer a personas de Bélgica, por ejemplo coincidiendo en vacaciones. Siempre me había llamado la atención la cultura francesa. Después hice amistad con una chica belga que estudiaba empresariales en León, donde yo residía.
-Decides cumplir tu sueño...
Sí, me fui a Bélgica por un año, y al final me quedé once (risas). Allí continué mis estudios, y empecé a trabajar durante los fines de semana en el negocio familiar del que fuera mi marido. Ellos se dedicaban al mundo de las pastelerías. Ayudaba un poco, en la facturación y en las ventas, y estuve once años trabajando en ese mundo.
-Y luego vuelves
Me separo y decido volver a Sevilla. Mis padres viven en Gines y yo empiezo a trabajar en otro tipo de negocios. Multinacionales, y empresas a gran escala. Después de un tiempo, empecé a cansarme de ese tipo de vida: Muchos viajes, poco tiempo, y la dificultad para conciliarlo con la vida familiar.
-¿Y cuál es tu plan?
Con mi pareja actual, surge la idea de montar un negocio propio. No sabíamos de qué. Yo le dije que en este era el único negocio en el que tenía experiencia, que sabía que funcionaría, porque no abunda en Sevilla. Me ilusionaba la idea de poner algo de calidad, una pastelería francesa y belga.
-Os lanzasteis a la piscina
¡Sí! Ya teníamos visto el local. Fue todo muy rápido. Sólo teníamos que negociar la entrada. La obra se hizo en muy poco tiempo. Yo tenía claro que si ponía algún producto, tenía que ser artesano cien por cien. Cuento con la ventaja de que el primo de mi hijo es el dueño de una de las pastelerías donde yo trabaje durante ocho años, "Christian Pelzer" (Herstal, Bélgica). Hablé con ély estuvieron encantados de pasarme sus recetas. Las traduje para mis pasteleros, añadí alguna que otra receta más, y empecé a elaborar mis productos.
-Aparte de elaboraciones belgas, ¿Cuáles son esas otras recetas?
Tengo un público bastante variado: americanos, argentinos, ingleses, franceses, y por supuesto españoles. Quise preparar recetas para satisfacer los deseos de cada uno de ellos. Lemon pie, Carrot cake para los ingleses o americanos, o por ejemplo, la tarta Rogel para el público argentino. También se piensa en los clientes de aquí. Ahora que llegan las temperaturas cálidas, hemos traído helados y seguiremos con la pastelería pero más reducida. Además tenemos palmeras, u otros postres que son muy solicitados. El pan que tenemos es ecológico y artesano, y lo trae Antonio de La panadería artesana La Andalusí. Los clientes están muy contentos.
-Pero la especialidad es el producto belga y francés.
Sí, claro. Tenemos muchos clientes provenientes de estos países. Saben perfectamente lo que quieren, vienen con una idea fija, y dispuestos a llevarse lo que desean. La mayoría son personas que residen aquí en el Aljarafe, o en Sevilla y que vienen exclusivamente para encontrar lo que tienen en sus países. De hecho se ha corrido la voz entre ellos, y vienen a por lo suyo.
-Digamos que más que una tienda, se ha convertido en un punto de encuentro
Totalmente. Los jueves por ejemplo suelen venir americanos de California, se reúnen aquí y charlan entre ellos. Y los viernes estamos ofreciendo algo nuevo: charlas en francés. Quienes quieran practicar el idioma y aprender, los viernes por la mañana o por la tarde a cambio de un desayuno o una merienda, ofrezco un ratito de conversación.
-Veo que un sinfín de opciones, ¿Qué tenéis pensado de cara al futuro?
Ahora mismo estamos preparando una nueva modalidad de catering y organización de eventos: Bautizos, comuniones, bodas, cumpleaños... Todo gourmet y de alta gama. Además en nuestra web hemos destinado un espacio para ofrecer la opción de franquicia. Aún es pronto, pero no lo descartamos.
-Podría decirse que habéis encontrado la felicidad...
(risas) Sí, cuando pasas los cuarenta quieres dedicarte a lo que te gusta, porque es eso lo que realmente te hace feliz. La idea es que esto siga creciendo y yendo a más. Contratar a más personas, y multiplicarnos si es posible.
-Cuando estamos en La Parisienne, nos damos cuenta de que cada rincón esconde un cuidado minucioso, eres muy detallista, ¿Verdad?
Soy detallista con todo. Con mis amigos, en mi casa, con la decoración. Siempre intento que no falta nada. Hay detalles en La Parisienne que no los he visto en ningún sitio. Era lo que quería y he ido a buscarlo por todas partes, hasta que lo he encontrado.
-¿Qué esperáis?
Esperamos que la gente vea la diferencia y la calidad que se ofrece aquí. Los productos son traídos de Bélgica. Muchos productos son importados. El chocolate con el que se trabaja es belga. Y el ruibarbo viene de Francia. Las tartas se encargan, se elaboran al gusto del cliente. Todo es artesano y hecho en el momento en nuestro propio obrador.
-Desde el principio, tenéis a dos buenos pasteleros trabajando con vosotros ¿Es así?
Así es. Contamos con dos grandes pasteleros, que elegimos tras una selección. Francisco Leal es pastelero de profesión con varios años en este mundo de la repostería francesa. Y Gabriel Segura Jiménez, es un sevillano, también pastelero de profesión, con gran experiencia tras pasar por la hacienda Benazuza y como jefe pastelero en la hacienda La Boticaria en Alcalá de Guadaira.